Seudónimo: Tu eterno enamorado
Autor: Angel Saade
Estudiante - CL Metropolitano
Mi querida UNA: He estado pensando en escribirte desde hace días, cuando descubrí que tenía la posibilidad de manifestarte mi amor de manera pública, sin ocultamientos ni tapujos… abiertamente.
Y es que, sin duda, ése es el sentimiento y la relación que me une a ti: El amor. Desde la primera vez que te conocí, ¿recuerdas?, hace ya más de 30 años… Yo estaba recién salido del tecnológico y me acerqué a ti con el sueño de conseguir un título profesional, y ¡qué manera de conocernos! Me acogiste con una pasión insospechada, me obsequiaste reconocimientos al más alto índice académico, me exoneraste la matrícula como recompensa por ello… ¿Cómo no amarte, si me recibiste con esa pasión exacerbada que aún hoy me deleita en el recuerdo?
Luego, bueno lo de siempre, otros amores nos separaron… Llegaron los hijos, crecieron a la par trabajos, viajes y responsabilidades, pero tú, siempre fiel, amándome, esperándome, y yo, el mal amor que te dejaba años, y que volvía de vez en cuando a refugiarse entre tus brazos con la ilusión de que, entonces sí, completaríamos nuestro romance y me llevaría un título tuyo, cual beso de amor, de tus labios siempre expectantes; cual trofeo final para mis brazos anhelantes.
Pero no se ha podido, y no es que te ame menos, eso nunca. Mi amor y mi pasión permanecen intactos, como el primer día hace más de 30 años. La vida, tal parece, a veces es así, se encapricha en que no hagas algo, y uno se va como acostumbrando a eso, al no llegar, al no poder, al desánimo que nos embarga y nos hace dejar de creer… pero al final siempre estás tú, y cada retorno es más hermoso y más glorioso que el anterior, y es ese amor perfecto e irrevocable, esa sensación de que tú y yo nos amamos sin promesas, tú allí, siempre dispuesta a recibirme, a darme más amor, yo aquí, siempre temeroso en cada retorno, siempre dudando de si al final tú eres para mí, o yo para ti: Incertidumbre eterna de nuestro amor marcado por extraños designios.
No sabes cómo sufro al verte decaída, perdiendo el lustre de tus años jóvenes, abatida entre los problemas de esta edad adulta que te ha tocado vivir… bueno, tampoco yo soy el mismo que, al comienzo de lo nuestro, vociferaba y reclamaba ante tus eventuales desaires: Alguna de esas inconsistencias de la educación a distancia que, ¿sabes?, con el tiempo también he aprendido a amar, a entender con suavidad y tolerancia que tú eres así, y que esa manera de ser tuya, abierta y a distancia, es, sin duda, tu mayor encanto, lo que me mantiene eternamente enamorado, perennemente retornando, totalmente hechizado.
No sabes cómo me encolerizo cuando escucho hablar mal de ti. Mi amor por ti no soporta las quejas, fundadas o no, que leo o escucho. ¿Pero quiénes se han creído?, bulle mi cerebro acelerado y late mi corazón indignado; ¿Cómo se atreven a criticarte unos recién llegados que no saben nada de ti? Si yo te amo desde hace tanto, y de esta manera tan especial, ¿Quién más que yo tiene derecho a reclamarte algo, luego de haber compartido mi vida contigo, y sin embargo jamás lo hago?
Y es que mi amor por ti es ya tan suave y delicado, que aún con las tristezas de las pocas materias que me faltan, jamás podría reclamarte algo, guardo mis penas por no terminar de completar nuestro amor, en lo más profundo de mi corazón, casi escondidas, y te sigo amando, sin reparos, aun cuando a veces me embarga el dolor y el sentimiento de derrota contigo…
Y si yo, que he amado y sufrido tanto a tu lado, contigo mi adorada UNA, ya no te reclamo nada, ¿Cómo puedo aceptar que otro te abochorne con palabras de rabia y rencor? ¡Jamás!. Mi bella dama, tú lo sabes: Cada vez que sea necesario, y aun cuando no lo sea, mis palabras de amor saldrán a defender tu honor… ¡Siempre!
¿Qué más te digo, amor mío? Que he crecido tanto contigo, que me has enseñado tantas cosas, que mi manera de ser, de pensar, de vivir, ha sido marcada de manera definitoria por ti; que aún cuando no hemos culminado nuestro ciclo me siento grande y profesional por ti, que te amo de esta manera tan especial que sólo tú entiendes: Dolor y amor, pena y satisfacción, ciencia y filosofía… Una relación contradictoria y enormemente enriquecedora, de la que jamás me arrepentiré.
Espero que te vaya muy bien, que en tus próximos aniversarios logres superar todos los problemas que te aquejan, que nos aquejan; y seguir adelante por muchísimos años más… Yo estaré allí siempre para ti; dentro o fuera, estudiante o egresado, lo que sea, pero siempre amándote sin condiciones…
Te quiero mucho, te quiero siempre:
Caracas, 30 de julio de 2017
Universidad Nacional Abierta
Caracas.- Mi querida UNA: He estado pensando en escribirte desde hace días, cuando descubrí que tenía la posibilidad de manifestarte mi amor de manera pública, sin ocultamientos ni tapujos… abiertamente.
Y es que, sin duda, ése es el sentimiento y la relación que me une a ti: El amor. Desde la primera vez que te conocí, ¿recuerdas?, hace ya más de 30 años… Yo estaba recién salido del tecnológico y me acerqué a ti con el sueño de conseguir un título profesional, y ¡qué manera de conocernos! Me acogiste con una pasión insospechada, me obsequiaste reconocimientos al más alto índice académico, me exoneraste la matrícula como recompensa por ello… ¿Cómo no amarte, si me recibiste con esa pasión exacerbada que aún hoy me deleita en el recuerdo?
Luego, bueno lo de siempre, otros amores nos separaron… Llegaron los hijos, crecieron a la par trabajos, viajes y responsabilidades, pero tú, siempre fiel, amándome, esperándome, y yo, el mal amor que te dejaba años, y que volvía de vez en cuando a refugiarse entre tus brazos con la ilusión de que, entonces sí, completaríamos nuestro romance y me llevaría un título tuyo, cual beso de amor, de tus labios siempre expectantes; cual trofeo final para mis brazos anhelantes.
Pero no se ha podido, y no es que te ame menos, eso nunca. Mi amor y mi pasión permanecen intactos, como el primer día hace más de 30 años. La vida, tal parece, a veces es así, se encapricha en que no hagas algo, y uno se va como acostumbrando a eso, al no llegar, al no poder, al desánimo que nos embarga y nos hace dejar de creer… pero al final siempre estás tú, y cada retorno es más hermoso y más glorioso que el anterior, y es ese amor perfecto e irrevocable, esa sensación de que tú y yo nos amamos sin promesas, tú allí, siempre dispuesta a recibirme, a darme más amor, yo aquí, siempre temeroso en cada retorno, siempre dudando de si al final tú eres para mí, o yo para ti: Incertidumbre eterna de nuestro amor marcado por extraños designios.
No sabes cómo sufro al verte decaída, perdiendo el lustre de tus años jóvenes, abatida entre los problemas de esta edad adulta que te ha tocado vivir… bueno, tampoco yo soy el mismo que, al comienzo de lo nuestro, vociferaba y reclamaba ante tus eventuales desaires: Alguna de esas inconsistencias de la educación a distancia que, ¿sabes?, con el tiempo también he aprendido a amar, a entender con suavidad y tolerancia que tú eres así, y que esa manera de ser tuya, abierta y a distancia, es, sin duda, tu mayor encanto, lo que me mantiene eternamente enamorado, perennemente retornando, totalmente hechizado.
No sabes cómo me encolerizo cuando escucho hablar mal de ti. Mi amor por ti no soporta las quejas, fundadas o no, que leo o escucho. ¿Pero quiénes se han creído?, bulle mi cerebro acelerado y late mi corazón indignado; ¿Cómo se atreven a criticarte unos recién llegados que no saben nada de ti? Si yo te amo desde hace tanto, y de esta manera tan especial, ¿Quién más que yo tiene derecho a reclamarte algo, luego de haber compartido mi vida contigo, y sin embargo jamás lo hago?
Y es que mi amor por ti es ya tan suave y delicado, que aún con las tristezas de las pocas materias que me faltan, jamás podría reclamarte algo, guardo mis penas por no terminar de completar nuestro amor, en lo más profundo de mi corazón, casi escondidas, y te sigo amando, sin reparos, aun cuando a veces me embarga el dolor y el sentimiento de derrota contigo…
Y si yo, que he amado y sufrido tanto a tu lado, contigo mi adorada UNA, ya no te reclamo nada, ¿Cómo puedo aceptar que otro te abochorne con palabras de rabia y rencor? ¡Jamás!. Mi bella dama, tú lo sabes: Cada vez que sea necesario, y aun cuando no lo sea, mis palabras de amor saldrán a defender tu honor… ¡Siempre!
¿Qué más te digo, amor mío? Que he crecido tanto contigo, que me has enseñado tantas cosas, que mi manera de ser, de pensar, de vivir, ha sido marcada de manera definitoria por ti; que aún cuando no hemos culminado nuestro ciclo me siento grande y profesional por ti, que te amo de esta manera tan especial que sólo tú entiendes: Dolor y amor, pena y satisfacción, ciencia y filosofía… Una relación contradictoria y enormemente enriquecedora, de la que jamás me arrepentiré.
Espero que te vaya muy bien, que en tus próximos aniversarios logres superar todos los problemas que te aquejan, que nos aquejan; y seguir adelante por muchísimos años más… Yo estaré allí siempre para ti; dentro o fuera, estudiante o egresado, lo que sea, pero siempre amándote sin condiciones…
Te quiero mucho, te quiero siempre:
Tu eterno enamorado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario